X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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27 de enero – 55 años este día

Si lo que nos proponemos es recordar la Batalla de Waterloo o la muerte de John Kennedy, es claro que fecha debemos escoger. ¿Pero si el sujeto de nuestro interés fuese la Edad Media o la Guerra de los Cien Años? ¿Ven los varios problemas a los que hay que enfrentarse en la preparación de X años…? No sólo la selección de los hechos en cuestión –tarea ya agotadora en si misma-, también la búsqueda de información, redacción del texto y su corrección, y finalmente la determinación de la fecha en que ese evento será recordado. Por ejemplo, yo elegí recordar Stalingrado el 19 de noviembre, día del comienzo de la contraofensiva soviética, la mayoría de las efemérides lo hacen el 2 de febrero, día de la capitulación del Sexto Ejército.
Este preámbulo viene al caso porque hace tiempo me pregunto en que fecha recordar los campos de concentración nazis. Opté por la clásica, el 27 de enero, cuando en 1945 el Ejército Rojo liberó el más famoso de ellos, el campo de Auschwitz-Birkenau, más conocido simplemente como Auschwitz (Oshwiecim, en polaco; quedaba cerca de la ciudad polaca de Oshwiecim).
Auschwitz fue el mayor de todos los campos nazis y comenzó “a operar” en junio de 1940. En realidad eran dos campos: Auschwitz I, dedicado a prisioneros políticos, y Auschwitz II (o Birkenau), próximo este último a la ciudad polaca de Brzezinka (Birkenau en alemán, de ahí el nombre del campo).
Este campo, y los muchos otros que existieron, fueron la concreción práctica de la “solución final” con la que Hitler quería exterminar a los judíos europeos y con la que mató al menos seis millones de ellos –tal vez ocho- así como muchos gitanos, eslavos, deficientes mentales y gentes de todo pelo. Detallar un poco como funcionaban y como evolucionaron tecnológicamente esos campos es grotesco pero necesario para mantener la memoria, propósito último de X años…. Empezaron como simples lugares de fusilamiento, luego se incorporaron cámaras de gas móviles, en camiones, luego las cámaras de gas pasaron a ser fijas –para aumentar el volumen de producción- luego baños –para evitar tener que tomar parte activa en el asesinato, las víctimas se mataban solas abriendo la ducha-, se incorporaron hornos, reciclado de ropas, cabellos, dientes, huesos, cuero de zapatos, grasa, etc. Se llegó a matar 12 mil personas por día.
Los judíos llegaban en trenes –cerrados, como si fueran carga- y eran sometidos a una selección. Aquellos considerados fuertes –en general, lógicamente los jóvenes- iban a campos de trabajo forzado; niños y ancianos iban directamente a ser asesinados. Esta selección continuaba luego en forma periódica entre los enviados al trabajo forzado, para eliminar aquellos que se habían debilitado demasiado. Otro propósito de la selección era conseguir conejillos de indias para los inenarrables experimentos médicos que hacían los nazis. Quien dirigía estos experimentos en Auschwitz era el muy conocido y tristemente célebre, Dr. Josef Mengele, que lleva el mismo apellido del pediatra de Mauri, lo que nunca me dejó del todo tranquilo. Buchenwald era un campo particularmente especializado en esas experiencias médicas (inyección de enfermedades artificialmente creadas, exposición a fríos tremendos, a descompresiones muy rápidas, a cirugías de todo tipo, etc.).
Aunque menos conocido, hubo un tercer Auschwitz (Auschwitz III) cerca de la ciudad de Dwory, que comenzó a operar en mayo de 1942 y fundamentalmente proveía mano de obra esclava para las fabricas de IG Farben. Como todos hemos leído en los diarios últimamente, este asunto de la mano de obra esclava esta siendo objeto de atención estos días, habiéndose determinado una indemnización a ser paga a las víctimas. (fondos del gobierno alemán y de las empresas que usaron esa mano de obra, están entre ellas todas las grandes empresas alemanas que conocemos). Esta indemnización esta lejos de ser satisfactoria, especialmente para los países no europeos; los judíos radicados en Brasil, por ejemplo, estarán recibiendo menos de 100 dólares por cabeza. Triste es reconocer que no sólo las empresas fueron mezquinas, los propios judíos europeos que participaron en la negociación les hicieron un corte de mangas a los de otros países.
Cuando la debacle alemana, la mayoría de los prisioneros de Auschwitz fueron trasladados a Dachau, cerca de Munich, Alemania. El 27 de enero de 1945, fecha que hoy recordamos, los últimos 7650 prisioneros eran liberados por los soviéticos. La cantidad de personas que murieron en Auschwitz es difícil de estimar. Va de uno a cuatro millones, según la fuente.
Auschwitz no fue ciertamente el único campo de concentración nazi. Estos se dividían en campos de concentración propiamente dichos y campos de exterminio (vernichtungslager, según la denominación que los nazis daban a estos últimos). Además del que recordamos, otros grandes eran Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor, Buchenwald y Treblinka. La mayoría estaba en Polonia.
Los primeros campos de concentración se crearon tan temprano como en 1933, en la propia Alemania para albergar a los opositores al nacionalsocialismo. Los de exterminio comenzaron en 1940.
El último campo a ser liberado fue Ebensee, uno pequeño, en Austria, liberado por tropas norteamericanas. Fue el 6 de mayo, y sólo entonces termino la pesadilla.
La importancia de recordar lo que realmente paso en esos campos es mayor hoy en día, cuando surge con fuerza una corriente de historiadores en Europa – el último articulo de Mario Vargas Llosa, publicado por todos los diarios del mundo el fin de semana pasado (El País en particular), habla de eso- que los minimiza, casi casi que para estos historiadores los campos fueron simples cárceles.
Bibliografía recomendada: Against all Hope – Resistance in the Nazi concentration camps 1938 –1945 de Hermann Langbein, 5 dólares con 95 centavos en una mesa de saldos. La ignorancia, como queda probado, no tiene la falta de recursos como excusa.
Ese libro toca como pocos, los extremos del ser humano, sus mayores grandezas y mezquindades. Por un lado el haber sido capaz de crear esos campos. Por otro, el haber sido también capaz de mantenerse libre y resistir dentro de esos campos.
La lista completa de los campos nazis, no la he conseguido. El libro no la incluye como tal, pero de su lectura se deduce que al menos existieron los siguientes: Gross-Rosen, Dora, Bergen-Belsen, Sachsenhausen, Lichtenfeld, Stutthof, Flossenburg, Ealkensee, Allach, Neuengamme, Mauthausen, además de los ya mencionados Dachau, Auschwitz, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor, Buchenwald y Treblinka.
Puede sorprender –o no- saber que fue después de la derrota en Stalingrado, cuando aparecía claro que Alemania no ganaría la guerra, que Hitler echó toda la leña al fuego de la “solución final”. En momentos en que era más crítico direccionar los recursos al frente, Hitler desperdiciaba los mismos construyendo líneas férreas que solo llevaban a campos de concentración, no al frente de combate. Esto puede parecer militarmente insensato. Tal vez lo fue. Pero es que para Hitler la exterminación de los judíos era un objetivo al menos tan importante como la propia guerra. Si voy a perderla, al menos dejaré este otro objetivo completado o casi. Seguro que razonaba de esa manera.
Puede también sorprender que, conociendo perfectamente la ubicación de esos campos y lo que en ellos ocurría, los bombardeos aliados no hayan sido nunca dirigidos a eliminar las vías férreas que servían para transportar a las víctimas. Muchos han calificado esto de inmoral durante décadas. El argumento del mando aliado –el que hace Churchill en sus Memorias- es que no era posible arriesgar recursos en un objetivo no bélico. Había que usarlos para ganar la guerra, que era –según esa línea de razonamiento- la mejor manera de liberar a las víctimas. Ninguno de nosotros, creo, está en condiciones de decir si esto era verdad o mentira.
Yo visité solamente el de Dachau, tour que le recomiendo a todo aquel que tenga estómago. Una experiencia que nunca olvidará. En la entrada a Dachau, esculpida en piedra, hay una inscripción en varios idiomas: Nunca más, es lo que dice.

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