X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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8 de noviembre – 60 años este día

El 8 de noviembre de 1939 se producía el primer atentado contra la vida de Hitler. Fue tal vez un atentado único por las características que a continuación resaltaremos. Antes que nada, todo está maravillosamente narrado en el libro El Solitario, de Helmut Ortner, que Pehuén (la editorial de Jorge) publicara por primera vez en castellano hace ya algunos años.
El atentado se produjo con un artefacto explosivo de confección totalmente casera, en la fecha que hoy recordamos, en la cervecería Burger-braukeller, de Munich, donde Hitler concurrió a pronunciar un discurso. Todo funcionó perfectamente y hubiera terminado con la vida del cabo austriaco de no haber sido que, a último momento, decidió cambiar la agenda y salir de la cervecería una media hora antes de lo previsto.
Lo que hace de este atentado un hecho inédito, y lo diferencia de los que vinieron después, son fundamentalmente dos cosas. La primera, es no participó en el plan ni en la ejecución, nadie más que Georg Elser, el autor de la bomba. Cuando los nazis lo tomaron preso en el momento en que intentaba cruzar la frontera con Suiza, lo torturaron innumerables veces tratando de obtener los nombres de sus cómplices. No podían creer que alguien hubiera estado tan cerca de acabar con la vida de Hitler sin una organización detrás que lo respaldara.
Lo otro que lo diferencia del atentado con la bomba bajo la mesa en el 44, por ejemplo, es que los otros atentados fueron perpetrados por un conjunto de oficiales del ejército desencantados con el rumbo que Hitler y la derrota estaban dando a Alemania. Todos esos anti-Hilter nacieron después de Stalingrado, o sea, cuando la cosa para Alemania comenzó a pintar castaño oscuro. ¿Eran realmente antinazistas los autores de estos atentados? Si la buena estrella del Fuhrer hubiera continuado en el este y triunfado sobre los soviéticos, ¿Se hubieran acordado de atentar contra Hitler? Probablemente no. Georg Elser surge por tanto como el único alemán verdaderamente antinazista y con los cojones y capacidad para intentar parar el ascenso de Hitler. Obvio que uno no puede, al leer el libro, evitar la pregunta absurda: ¿Y si el atentado del 39 hubiera tenido éxito? ¿Cual hubiera sido la historia?
La historia alemana –por motivos que podemos hipotetizar- no recuerda a Elser. Hagámoslo nosotros.