X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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27 de agosto – 6 años este día

Ya ves, el día no amanece,
Polaco Goyeneche,
cantame un tango más.
Ya ves, la noche se hace larga,
tu vida tiene un carma,
cantar, siempre cantar.

Tu voz, que al tango lo emociona
diciendo el punto y coma,
que nadie le cantó.
Tu voz, con duendes y fantasmas,
respira con el asma,
de un viejo bandoneón.

Canta, garganta con arena,
tu voz tiene la pena
que Malena no cantó.
Canta, la gente está aplaudiendo,
y aunque te estés muriendo,
no conocen tu dolor.
Canta que Troilo desde el cielo,
debajo de tu almohada
un verso te dejó.

Cantor, de un tango algo insolente
hiciste que a la gente,
le duela tu dolor.
Cantor, de un tango equilibrista,
más que cantor, artista
con vicios de cantor.

Ya ves, a mí y a Buenos Aires
nos falta siempre el aire,
cuando no está tu voz.

(Del tema Garganta con arena, de Cacho Castaña)

Hace hoy exactamente seis años, entraba en la inmortalidad el señor Roberto “Polaco” Goyeneche. Cuando las radios difundieron la noticia de su fallecimiento, en una tarde de sábado necesariamente triste en Buenos Aires, los taxistas que iban por la Avenida Pueyrredón, donde está ubicado el sanatorio en el que estaba internado, comenzaron a tocar al unísono sus bocinas en señal de duelo. Inmediatamente la ciudad enmudeció. -lógico, había perdido su voz-. Esa noche muchos lloramos como si hubiéramos perdido una parte de nosotros mismos –lógico, había ocurrido exactamente eso-.
En materia de biografías, hay una sola, bastante buena, la de Matías Longoni y Daniel Vecchiarelli. Sólo se consigue en Buenos Aires, claro. En materia de discografía, la misma es infinita. Los exquisitos de la técnica vocal preferirán probablemente sus registros de la época en que integraba las orquestas de Salgán o la de Troilo (Troilo y Salgán pasaron la vida enemistados por el “robo” que Troilo le hizo a Salgán del Polaco). Yo en cambio siempre preferí sus últimos tiempos, esos en que los puristas decían que estaba acabado, que no tenía más voz. Que saben de tango los puristas. Yo tuve el privilegio de verlo y escucharlo algunas veces; parte de los recuerdos que conforman el capital que me enriquece y del que me enorgullezco.
Dejó un pedazo de vida, y se marchó.

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