X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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20 de mayo – 24 años este día

Ya van días y días que pienso pobre flaco

Mario Benedetti
Había sido secuestrado en Buenos Aires unos días antes, junto con Héctor Gutiérrez Ruiz, diputado uruguayo del Partido Nacional, y presidente de la Asamblea Legislativa de su país hasta el golpe de estado de junio de 1973. También vivía en la capital argentina en esos días Wilson Ferreira Aldunate, senador del Partido Nacional y candidato a presidente a quien le habían robado las elecciones en 1971 (y al que se las volverían a robar en 1985). Felizmente, Wilson pudo escapar. Yo lo vería una vez más, varios años después cuando junto con uno de ustedes nos lo presentaron en el camarín de un teatro londinense donde acaban de cantar Los Olimareños (¿Te acordás, Mario?). A Wilson lo salvaron la suerte, la típica desorganización oriental de quienes lo buscaban, y manos amigas.
Él y Gutiérrez Ruiz no tuvieron la misma suerte. Para ser honestos y contar el filme completo, es conveniente indicar que Gutiérrez Ruiz -se sabría años después- era el Graiver de los Tupamaros (Gravier era un financista que manejaba fondos de los Montoneros, oficialmente murió en un accidente aéreo en México, pero de esto no se tiene certeza porque el cuerpo estaba irreconocible, quizás esté disfrutando tanto dinero mal habido en algún archipiélago del mundo). Héctor no sólo manejaba fondos, aparentemente, se quedaba con algún vuelto al hacerlo (esto dicho por su propio hijo en reportaje a Búsqueda años atrás).
Pero de él jamás pudo inventarse historia parecida. Su pecado era ser un parlamentario carismático con posibilidades de liderar la izquierda en el Uruguay post-dictadura, que los militares sabían, algún día llegaría. Su cadáver, fue colocado junto con los cuerpos de un grupo de militantes tupamaros –también asesinados sólo para ser parte del escenario- para de alguna manera intentar vincularlo con ese movimiento. Intento grotesco. Hubo otros senadores uruguayos que claramente sí tuvieron fuertes vínculos con el MLN (Enrique Erro, cuyo desafuero al no prosperar en el parlamento, fue de alguna manera parte de la excusa usada por el ejército para dar el golpe de estado). Pero no fue su caso.
Cuentan los muchos compatriotas que lo trataron en el exilio, que dedicaba su día a consolar a otros exiliados, a dar una mano, sugerir un nombre, intentar reparar el daño monstruoso que él no había producido y del que también era víctima.
Yo lo escuché muchas veces, en diferentes actos políticos, que abundaban tanto en el Uruguay de principios de los setenta. Pero la vez que me quedó más grabado, pues fue cuando lo tuve más cerca, fue en la plaza seca que está entre la Caja de Jubilaciones y la Asociación Cristiana de Jóvenes. Tantos actos acontecían todo el tiempo que el desgaste a veces hacía que a algunos no concurriera mucha gente. No éramos más de algunas decenas esa tarde y él se subió a un cajón –literalmente- a descargar su oratoria –este era indudablemente su don más desarrollado, hablaba con pasión, como conquistando multitudes- mientras se arreglaba el jopo que constantemente le caía sobre los ojos. Porque usaba el pelo muy largo para mi gusto (para mi gusto actual).
Así pues, por el delito de tener un futuro político promisorio, apareció muerto en una cuneta el 20 de mayo de 1976, día de su cumpleaños, el senador Zelmar Michelini.

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