X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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18 de julio - 64 años este día

El alzamiento de Francisco Franco en las islas Canarias comenzó en realidad el 16 de julio de 1936, tomó algo de fuerza el día 17 pero fue recién el 18 que se extendió a “tierra firme” (España continental) y fue también en ese día que Franco emitió su famoso comunicado al pueblo español, por lo que es el 18 de julio, fecha que hoy recordamos (con tristeza), la que se ha decidido sacralizar como inicio de la Guerra Civil Española. También un 18 de julio se juró la Constitución Uruguaya pero no es el sujeto de este X años. También un 18 de Julio nació Jorge Barros, pero tampoco de eso estamos ocupándonos ahora. No se sienta del todo mal, Jorge, Enrique también comparte con Ud. esa cruz –la de haber nacido en el aniversario de un día luctuoso, en el caso de Quique, Hiroshima- No digo que no puedan ambos celebrar vuestros aniversarios como todo el mundo, en su derecho están de hacerlo, sólo que yo no tendría estómago para levantar copas o apagar velas un 18 de julio o un 6 de agosto. Pero no me pasen bola, es mi personal y enfermiza manera de internalizar la Historia.
Empecemos por el principio. ¿Cuando usamos la expresión “guerra civil”? Lo hacemos cuando queremos dar a entender que el conflicto enfrentó fundamentalmente a ciudadanos de una misma nación. Así, hablamos de guerra civil uruguaya, norteamericana, española y tantas otras. El término guerra civil tiene una connotación de “guerra aún más absurda que las otras, porque es entre hermanos”. Yo rechazo el concepto. No es más guerra una guerra entre compatriotas que una guerra cualquiera. No es más hermano de un madrileño un catalán que un montevideano. Mi internacionalismo no acepta con mucha facilidad la expresión Guerra Civil, pero es claro que no seré yo quien muda la terminología histórica, y el conflicto que afectó a España entre 1936 y 1939 seguirá conocido por siempre como Guerra Civil Española.
Todos conocemos un refugiado español que tenía una zapatería a la vuelta de casa, o un bar en la esquina del colegio secundario. Por eso el conflicto lo hemos vivenciado desde siempre. Es difícil encontrar en la historia una guerra más justa, donde los buenos y malos hayan estado tan nítidamente definidos. Hay un grupo de hombres a los que yo desearía especialmente recordar en esta ocasión. Y esto sin quitarle mérito a los españoles que defendieron a la Segunda República, pero es claro que ellos defendían su tierra, su libertad y su democracia. Estos otros a los que me refiero, llegaron a España desde los cuatro rincones del mundo, arriesgándolo todo a cambio de nada, sólo para defender una causa que creían justa. Me refiero, claro, a las Brigadas Internacionales.
Mucho se ha escrito sobre la participación extranjera en ambos lados del conflicto español: hubo como se sabe tropas regulares italianas y alemanas en el lado nacionalista y además de las Brigadas Internacionales, hubo apoyo a la República por parte de México y de la URSS, aunque ninguno de estos países regaló nada, vendieron y a buen precio el armamento, en algunos casos de dudosa calidad, como el mexicano. Mientras las potencias occidentales permanecían neutrales, Italia y Alemania inundaban el flanco nacionalista con armamento de última generación. La participación extranjera no fue “más o menos la misma para los dos lados” como muchas veces se nos pretende hacer creer. Fue desmesuradamente a favor de Franco. Pero la gran diferencia es que mientras italianos y alemanes pelearon obligados por sus países, como militares que eran, los brigadistas lo hicieron voluntariamente. La flor y nata de una generación hoy nonagenaria que tenía en su cabeza un futuro de justicia social y libertad, sin preocuparse por individual success o professional achievements como los jóvenes de hoy en día. Se trabó en España la primera batalla que el mundo encararía contra el fascismo.
Los brigadistas fueron en total unos 35 o 40 mil, aunque nunca hubo más de 18 o 20 mil simultáneamente en suelo español. Venían de Francia la mayoría (diez mil según Thomas, veinte mil según la Britannica), pero también de Alemania, Austria, Inglaterra, EE UU, México, República Checa, Rusia, Ucrania, Italia, Canadá, Yugoslavia, Suiza, Hungría, Escandinavia (principalmente Suecia), y otras 52 naciones. No me consta que haya habido sudacas, pero es bien probable, ya que no tengo la lista de esos otros 52 países. Pelearon como leones en casi todos los frentes, pero su actuación más destacada fue en la defensa de Madrid, en noviembre de 1936, cuando consiguieron impedir que las tropas nacionalistas –¿Me dejan llamarlas fascistas? Es bien más claro- cruzaran el río Jarama. “No pasarán” era la consigna de la época, y no pasaron. Franco, auxiliado por la Legión Cóndor (la que bombardeara Guernica) y tropas africanas, no pudo cruzar el Jarama. Cuando vayan a Madrid pregunten por el puente Arganda, ese fue el centro del combate. Al pie de ese puente hay centenares de brigadistas enterrados. Algunos les atribuyen este éxito militar exclusivamente a las Brigadas Internacionales, lo que es una exageración. Había 1900 brigadistas en Madrid y con ese número nunca hubieran podido parar a los nacionalistas, la participación de los españoles fue decisiva. Pero el punto es que las Brigadas tuvieron un rol militar fundamental en la defensa de la capital española y no sólo eso, también en el mantenimiento de la moral combatiente de los soldados republicanos. Ellos, al verlos, sabían que la humanidad bien pensante y progresista estaba de su lado.
Hubo varios famosos entre los brigadistas, aunque sus cuadros se nutrieron fundamentalmente de trabajadores anónimos. George Orwell, el escritor inglés autor del famoso 1984 (‘Big brother is watching you…”) fue uno de ellos y escribió un libro imperdible (difícil de encontrar, yo lo tengo, edición Penguin) titulado Homage to Catalonia. (Homenaje a Cataluña, no sé si existe traducción al castellano). Relata sus vivencias y en particular cuenta lo ocurrido en Barcelona, cuando durante casi una semana republicanos anarquistas y republicanos comunistas se tirotearon como si fueran enemigos. Prueba triste que hasta en los bandos correctos de la historia hay mucha miseria humana y sectarismo absurdo. Orwell estaba en la ciudad en ese momento y vivió lo que cuenta. Otro famoso colaborador de la Segunda República Española (aunque no me consta si integró las Brigadas Internacionales) fue Ernest Hemingway, cuya obra For Whom the Bells Tolls (Por quién doblan las campanas) se basa en lo vivido en esos años. (En realidad hay una segunda obra de Hemingway ligada a España, una pieza de teatro titulada The Fifth Column, dos años anterior a Por quién…, pero está medio olvidada.) Entre los franceses, el más conocido es probablemente André Malraux, que creó en España una compañía de aviadores, de la que fue coronel. Sus experiencias de brigadista están narradas en L’espoir (La Esperanza). Un brigadista que logró una gran carrera en su país de origen fue el Mariscal Tito (Yugoslavia). Con el tiempo, y en la medida que no había suficientes extranjeros voluntarios, se amplió el criterio de aceptación a las divisiones de las Brigadas Internacionales, permitiéndose el enrolamiento de españoles. Para fines de 1938, había más nacionales que extranjeros en los cuadros de las Brigadas.
Llegamos así a noviembre de 1938. Estamos en Barcelona. Tenía lugar en esos días la decisiva batalla del Ebro, que la República terminaría perdiendo. Con esa derrota, se desvanecería toda esperanza de una resistencia republicana efectiva. De ahí para adelante, fue crónica de un final anunciado. Escasos meses antes había tenido lugar la conferencia de Munich, a la que le dedicamos un X años exclusivo para ella como espero recordarán mis viejos lectores. Simultáneamente a Munich, los líderes europeos menores (entre ellos Juan Negrín, Primer Ministro de la República Española) se reunieron en Ginebra y acordaron la retirada de todos los extranjeros involucrados en la Guerra Civil Española.
Así, llegó el 15 de noviembre de 1938, día en que la totalidad de los brigadistas extranjeros todavía presentes en suelo español, fueron despedidos formalmente en Barcelona por las autoridades de la República. Hablaron Negrín y Dolores Ibarruri, alias “La Pasionaria”, legendaria dirigente comunista española, que tuvo un hijo que se desquitó de los fascistas venciendo a los nazis en Stalingrado, era capitán del Ejército Rojo, hablamos de él en el X años dedicado a la batalla de Stalingrado. Otros republicanos españoles tuvieron su revancha cuando la liberación de París, ciudad en la que entraron con una formación completa de veteranos de España (tema también tocado en un X años anterior).
Rescato las palabras de La Pasionaria en ese acto de despedida, porque fueron fuertemente emotivas:

“¡Madres! ¡Mujeres! Cuando los años hayan pasado y las heridas de la guerra hayan cicatrizado; cuando el nebuloso recuerdo de los dolorosos, sangrientos días retorne en un presente de libertad, amor y bienestar; cuando los sentimientos de rencor hayan desaparecido y cuando el orgullo de vivir en un país libre sea sentido por igual por todos los españoles, entonces, hablen a vuestros hijos. Cuéntenles de las Brigadas Internacionales. Cuéntenles como, cruzando ríos y montañas, atravesando fronteras erizadas con bayonetas y perros entrenados para arrancar sus carnes, estos hombres alcanzaron nuestro país como cruzados por la libertad. Ellos abandonaron todo: sus amores, su país, casa y fortuna –padres, madres, esposas, hermanos, hermanas e hijos- y vinieron a decirnos: “Estamos aquí, tu causa, España, es la nuestra. Es la causa de toda la humanidad progresista y avanzada”. Hoy ellos nos dejan. Muchos de ellos, miles de ellos, quedan aquí, con la tierra española como techo, y todos los españoles los recuerdan con el más profundo sentimiento.

Se dirigió luego a los brigadistas de esta manera:

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de estado, el bienestar de esa misma causa por la cual habéis ofrecido vuestra sangre con infinita generosidad, os envía de vuelta. Algunos de vosotros a vuestros países de origen, otros al exilio forzado (*). Podéis partir orgullosos. Vosotros sois Historia. Vosotros sois legenda. Sois el ejemplo heroico de la solidaridad de la democracia y de su universalidad. No los olvidaremos, y cuando el árbol del olivo de la paz florezca nuevamente, mezclado con los laureles de la victoria de la España republicana, vuelvan”

(*) Se refiere particularmente a los alemanes, que no podían volver a Alemania, entonces en el apogeo del nazismo, y estaban condenados a ser errantes.
Traducido de la versión en inglés publicada por Hugh Thomas en su notable “The Spanish Civil War”, obra que recomiendo fuertemente. Puede por tanto no reflejar exactamente el original en castellano debido a la doble traducción. Existe edición de esta obra de Thomas en castellano.

El futuro a partir de allí no sería fácil. Los ex-brigadistas entraban al exilio, la indiferencia, la cárcel, la pobreza, el suicido. El olvido.
En 1995, las Cortes (parlamento) ofrecieron ciudadanía española a todos los brigadistas aún vivos, cumpliendo una promesa que les hizo Negrín en el acto mencionado. Con ese objetivo, recibir la ciudadanía española, se reunieron por última vez en Madrid en Noviembre de 1996, 370 sobrevivientes. Después de medio siglo de olvido y desprecio, al fin alguien se acordaba de agradecerles. Uno de ellos comentó a un periodista norteamericano: "Let me say to the men and women who fought here, it is not Spain that owes us a vote of gratitude. It is we who honor and express our gratitude to the Spanish people for the opportunity to resist fascism." (Permítanme decirle a los hombres y mujeres que pelearon aquí, que no es España quien nos debe a nosotros un voto de gratitud. Somos nosotros que fuimos honrados y expresamos nuestra gratitud al pueblo español por la oportunidad de resistir al fascismo”)
Dos filmes notables sobre el tema, que alguna vez tuve oportunidad de ver en Berkeley pero nunca más reencontré son The Good Fight (La Causa Justa) e Irreconciliable Memories (Recuerdos irreconciliables). El primero es historia de la Guerra Civil, el segundo reportajes a octogenarios ex-brigadistas y octogenarios ex-integrantes de la División Cóndor. Otro registro interesante es un Long Play que había en mi casa de Montevideo con canciones de la Guerra Civil Española.
No olviden hacer lo que indicó La Pasionaria: Háblenle a vuestros hijos de las Brigadas Internacionales. Recuerden que los muertos sólo mueren del todo, cuando una generación completa los olvida.

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