X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

Índice

6 de noviembre – 55 años este día

Hace poco dije que lamentablemente no habría tiempo físico para dedicarle al aniversario de la tercera reelección – o cuarta elección- de Franklin Delano Roosevelt, el tiempo que requería la preparación de un X años este día. Luego me quedé con sentimiento de culpa: no era justo que el hombre que más veces fue elegido presidente en la historia de todas las democracias del mundo, se quedase sin un X años sólo porque yo no tengo tiempo. Razón trivial de más. Saqué pues horas del sueño, hice de tripas corazón, como supongo aún se dice en mis pagos, pelé los libros, la Enciclopedia Británica en CD y me puse a escribir estas líneas.
La primera elección la ganó en 1932. Entonces, el tema que absorbía toda la atención del país –y del mundo- era la depresión económica, consecuencia del crack de la economía capitalista de 1929. FDR hizo campaña con un programa de recuperación económica que llamó New Deal, o Nuevo Trato. Sin pretender simplificarlo, el New Deal implicaba un control del estado sobre el capitalismo salvaje, que permitiera resurgir a los granjeros y pequeños empresarios. En un inolvidable discurso dijo que “el poder económico privado, es también un recurso publico ("Private economic power is a public trust as well."). Le ganó las elecciones a Hoover –que se postulaba a la reelección- por una amplísima ventaja.
Cuando Roosevelt entró en la Casa Blanca en marzo de 1933, casi todos los bancos habían quebrado, la producción industrial era el 56 % de la que supo ser en 1929 y el desempleo alcanzaba cifras nunca antes vistas.
Roosevelt buscó consenso para su programa de recuperación. Nombró Republicanos y Demócratas, gente del este y del oeste y hasta fue el primer presidente americano en nombrar a una mujer como ministro (Secretary of State, como se denomina el cargo en los EE UU). Reformó el sistema bancario, cerrando todos los bancos y permitiendo la reapertura de solamente aquellos que tenían bases sólidas. Hubo mucha intervención gubernamental en la economía, no porque FDR no creyera en la economía de mercado sino porque no era dogmático, y el momento no daba para otra cosa. Hubo amplios programas de ayuda a los carenciados, de los cuales hoy quedan tan pocos. Hubo mucho empleo por parte del gobierno de desempleados en trabajos públicos y hasta reforestación y control de inundaciones. Se pagaron subsidios de productos agrícolas básicos a los granjeros a cambio de que redujeran el volumen de la producción, logrando elevar el derrumbado precio de esos productos. Protección para el consumidor, nuevas leyes laborales, mucha obra pública para estimular la economía y el empleo. Para esto se aumentaron los impuestos a los ricos y a las grandes corporaciones. Todo esto no lo hacía un presidente comunista, sino el presidente más veces electo del país más capitalista del mundo.
La economía ya daba muestras de recuperación en 1935 y no sorprendo a nadie si digo que en las elecciones de 1936 le ganó por paliza a Mossman Landon, el candidato republicano, y que ganó en todos los estados menos dos.
Muchas de las ideas introducidas por Roosevelt, como la cobertura médica para los trabajadores, son hoy consideradas obvias y naturales por todo el mundo. En este su segundo período comienza la Segunda Guerra Mundial. Desde el principio de la misma, FDR ayudó muchísimo a Francia e Inglaterra – y luego sólo a esta última- con equipamiento bélico. Consiguió la aprobación de una ley (la llamada Lend-lease Act) que le permitió vender barcos a los ingleses sin que se los pagaran, ya que llegó un punto que los ingleses no tenían con que pagar las armas americanas. También envió armamento a la URSS, luego de la entrada de ese país en la conflagración.
En 1940 ganó su tercera elección (esta vez contra Wendell Willkie). Fue en este período que obtuvo otro gran logro: conseguir que la opinión pública norteamericana aceptara la participación de los EE UU en la guerra. Claro que la estupidez de los japoneses en Pearl Harbor (mañana del domingo 7 de diciembre de 1941) le dio una buena mano en ese sentido, pero aunque no se recuerda mucho, FDR ya había conseguido autorización del congreso para atacar submarinos alemanes aún antes de Pearl Harbor. El 8 de diciembre, los EE UU declaraban la guerra a Japón. El 11, se la declaraban Alemania e Italia a los Estados Unidos. Cuando ocurría el ataque a Pearl Harbor, la producción bélica norteamericana era algo inferior a la de Japón y Alemania sumadas. En 1944, era el doble que la de todos los países del eje sumados.
Contar la intervención de FDR en la guerra en menos de 500 páginas es ciertamente hacer corta una historia larga, como dicen los angolsajones. Resumamos diciendo que siempre estuvo un poco más del lado de Stalin que Churchill, que siempre apoyo más que los ingleses el desembarco en Francia –que Churchill logró hacer postergar hasta 1944- y que fue el creador del concepto de “rendición incondicional”. Algunos critican –sin fundamento- que esto alargó la guerra ya que los alemanes se hubieran rendido antes, dicen quienes así opinan, si las condiciones no hubieran sido tan drásticas. FDR creó este concepto para evitar fisuras con Stalin, concretamente, quería evitar que los alemanes continuaran haciendo la guerra a la URSS en el este y se rindieran en el oeste.
Roosevelt conoció a Stalin por primera vez en la famosa reunión de Teherán en 1943. Todo parece indicar que pecó de ingenuo, que tenía demasiada confianza en los soviéticos y que no percibió que con tanta ingenuidad sólo lograría que terminada la guerra se quedaran con media Europa como efectivamente sucedió. En este sentido, es justo reconocer que Churchill la tenía mucho más clara, pero Roosevelt no le prestó atención. Se dice también que los negociadores soviéticos, habiendo notado que por su condición física –era minusválido de los miembros inferiores, había sufrido polio- Roosevelt se cansaba luego de nueve o diez horas de trabajo duro, negociaban trivialidades hasta última hora de la noche, en que le arrancaban un ok a cosas importantes. La segunda reunión de los tres grandes fue en febrero del 45 en Yalta (en la península de Crimea, en la URSS). Solamente el lugar del encuentro da idea de lo fuerte que se sentía Stalin –comprensiblemente, pues ya habían ocurrido las grandes victorias soviéticas sobre los alemanes- que pudo exigir no abandonar su territorio, pese a lo desgastante que fue el viaje para un presidente en silla de ruedas.
Como todo el mundo sabe, fue en Yalta que se dividió el mundo –era ya evidente que la guerra terminaría con nuestra victoria- esto te lo quedás vos, esto me lo quedo yo, aquí no me jodas, este paisito es para mi, ok, si es que me dejás este otro. Como el TEG, vio, pero de verdad. Claro que Stalin no cumplió con lo que se acordó en Yalta, ya que es impensable que Roosevelt y Churchill le aceptarían que se quedara con todo el oriente europeo. Stalin se basó en ambigüedades e indefiniciones de lo acordado en Yalta, que interpretó a su buen saber y entender.
La salud de Roosevelt comenzó a empeorar ya a principios de 1944, pero pese a ello consiguió ser elegido para un cuarto term (mandato) ese año al vencer a Thomas Dewey entonces gobernador republicano de New York, el 6 de noviembre de 1944, fecha que hoy recordamos. Había en ese tiempo aún más prejuicios contra los minusválidos que los que hay hoy en día, por lo que FDR en general siempre daba sus discursos de pie, apoyándose de alguna manera en la tarima. Esto no le fue posible sin embargo, en oportunidad del discurso con el que abrió su cuarto mandato, el que pronunció sentado ante todo el Congreso, lo que hubiera sido una gran falta de respeto, de ser otra la condición física del presidente, claro.
Falleció el 12 de abril de 1945 de hemorragia cerebral. Ya hacía semanas que el gobierno lo ejercían sus colaboradores que emitían notas y cartas en su nombre como si hubieran salido de él mismo.
Sus logros pueden resumirse en dos:
a) Consiguió recuperar la economía de su país del más bajo piso que la misma jamás tocara. Y lo hizo sin preconceptos en cuanto a las medidas correctivas a aplicar.
b) Tuvo un papel decisivo en la Segunda Guerra Mundial, tanto en el frente interno como en el comando de la guerra en Europa.
c) Todo lo anterior lo hizo como presidente democrático, el más veces reelecto, como dije al principio, de todos los gobernantes democráticos de la historia del mundo.
Carlos Fuentes lo eligió, en un articulo que les forwardee recientemente, como el estadista del siglo. Puede uno estar de acuerdo en si es o no el hombre para este galardón, pero que en la terna tiene que estar, de eso hay pocas dudas.
Para los que viven en Montevideo, luego de leer estas líneas, sería bueno darse una vuelta por el Parque de los Aliados. Allí, cerca de la gran fuente que a veces lanza aguas y luces de colores, hay una estatua con que mi ciudad natal recuerda y homenajea la figura de Franklin Delano Roosevelt. Ojalá el 6 de noviembre, alguien haya acudido a poner una rosa al pie de su silla de piedra.

No comments: