X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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20 de agosto – 31 años este día

El 19 de agosto a las 11 de la noche, tanques del Pacto de Varsovia –en realidad la URSS y cuatro países satélites- entraban en Checoslovaquia. El hecho histórico es recordado sin embargo el día 20 ya que fue en esa jornada que transcurrieron los sucesos más importantes y la entrada en Praga.
Vivíamos años de intensa guerra fría, y todo el este europeo bailaba la música de Moscú. Alexander Dubcek, jefe de gobierno de Checoslovaquia, decidió andar un camino diferente, introduciendo reformas y libertades hasta entonces desconocidas en una “democracia popular” (países socialistas del este europeo).
Entre las más importantes estuvo la autonomía de los eslovacos dentro de la federación, reformas industriales y agrícolas, una constitución revisada que garantía los derechos civiles y las libertades, y la reivindicación de aquellos cuyos derechos habían sido atropellados en el pasado.
Había también importantes reformas de fondo. Se separó al Partido Comunista del control del gobierno, que quedó en manos de la Asamblea Nacional, se independizó a la justicia del Partido y de los poderes legislativo y ejecutivo. Hasta se democratizó el propio Partido Comunista, cuyas autoridades pasaron a ser elegidas y no nombradas a dedo por la camarilla. “Socialismo con cara humana” era el lema de Dubcek. Resurgieron la libertad de prensa, los movimientos cristianos, los movimientos de derechos humanos, etc.
Pero Moscú no estaba para reformas y todavía tenía fuerzas para detenerlas. Dubcek terminó preso en Moscú donde le hicieron un lavado de cerebro mezclado con presiones varias, que hizo que al volver a Checoslovaquia poco después, hiciera un llamado público a sus compatriotas a no resistir la ocupación soviética. Creo recordar, pero no lo he podido verificar, que Dubcek era poeta o escritor. En un curioso paralelismo con otro poeta (Borges, que fue degradado por Perón de Director de la Biblioteca Nacional a Inspector de pollos en el Ministerio de Agricultura, cargo que obviamente no asumió), Dubceck fue nombrado inspector de bosques en el interior del país. Pero tendría su revancha: en 1989, con otros vientos soplando en el centro de Europa, Dubceck integró una coalición de gobierno y poco después fue elegido presidente del Parlamento. Falleció hace pocos años como consecuencia de las heridas recibidas en un accidente de auto.
Todos recordamos –yo tenía 10 años- las imágenes de los ciudadanos de Praga resistiendo o intentando resistir el avance de los tanques. No había aún CNN pero las fotos de todos modos daban la vuelta al mundo, quizás no tan rápidamente. Y no fue la única vez que el ejército soviético –ya hacía tiempo que había dejado de llamarse ejército rojo, asumiendo sin complejos el ser un ejército nacional y no el brazo armado al servicio de una idea- tuvo que recurrir a los tanques para parar los deseos reformistas de los europeos. Había ocurrido lo mismo en Hungría en 1956 y ocurriría en Polonia en 1981.
Las purgas de Stalin ya habían desencantado a muchos que en occidente depositaron enormes expectativas en el bienestar que podría traerle al mundo la Revolución de Octubre. Hungría, Checoslovaquia, Polonia, el muro, dejaron dentro sólo los que no querían ver.
No sé quien acuñó el término “Primavera de Praga”, pero es una joyita de poder de síntesis. Por lo que la expresión transmite de libertad, renacimiento de las cenizas, pero al mismo tiempo da idea de frágil, de efímero, de breve interregno agradable entre estados extremos.
Es justicia terminar estas líneas recordando a Jan Palach, un joven estudiante que se inmoló –creo que debe haber sido el primer bonzo- protestando contra la invasión soviética.

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