X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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19 de agosto – 65 años este día

El 19 de agosto de 1934 se producía en Alemania un plebiscito de extrema importancia histórica. Como consecuencia de ese comicio, Adolf Hitler, hasta entonces canciller alemán, pasó a concentrar tanto la cancillería como la presidencia del estado.
Esto dicho así no explica mucho, por lo que se hace necesario remontarse un poquito para atrás y poner el evento en contexto.
El 5 de marzo de 1933, Hitler – que tres años antes no era ni siquiera ciudadano alemán, ya que como todo el mundo sabe, nació en Austria- fue elegido canciller con el 43.9 % de los votos. Hasta esa fecha, las violaciones de los derechos humanos en Alemania no habían sido relevantes –comparadas, claro, con lo que vendría- y, lo que es aún más importante, tampoco había habido masivas violaciones a los tratados que impedían a Alemania rearmarse. Fue después de este comicio que la máquina bélica comenzó a producir en gran escala, contra todo lo aceptado por Alemania como consecuencia del fin de la Primera Guerra Mundial.
En Junio de 1934, en un rápido golpe de mano, Hitler, liquida a la plana mayor de las SA –una fuerza policial, de tendencias nazi-socialistas, si nadie se ofende con la unión de términos-. Las SA eran vistas con preocupación por el ejército regular por lo que este golpe le ganó a Adolfito el apoyo de los mandos castrenses y una dosis adicional de poder. Hay una película, creo que de Visconti, titulada “La Caída de los Dioses” que trata de esta matanza masiva de integrantes de las SA.
El 2 de agosto del mismo año (1934) muere Hindenburg, presidente de Alemania, hombre anciano y figura emblemática del estado alemán. Al quedar vacante la presidencia, Hitler decide concentrar todo el poder en sus manos, por lo que convoca a un plebiscito que como dije al principio se celebró el 19 de agosto de 1934, donde el pueblo alemán, masivamente, le autorizó a consolidar ambos puestos en su persona. Esto implicaba que a partir de esa fecha las fuerzas armadas le reportarían. Toda la oficialidad juró lealtad no al presidente, sino a la persona de Adolf Hitler. Dicen quienes conocen, que el poder que concentró fue mayor que el de cualquiera de sus contemporáneos, ni hablar los presidentes occidentales, sino inclusive más poder que el propio Stalin, quien al menos tenía que lidiar y negociar con la máquina partidaria del PCUS.
Hubo cinco votos en ese plebiscito que tenían escrito sobre la hoja de votación el nombre “Thaelmann”, por Ernst Thaelmann, un dirigente comunista preso. Lo más triste y preocupante, lo que nadie quiere recordar, es que Hitler pasó del 44 % en 1933, cuando su ingreso al poder, ¡al 90 % en 1934!. Y si bien es claro que había presiones, coacciones, el plebiscito fue esencialmente limpio y se votó en habitaciones cerradas. Es engañarse decir que hubo fraude. Hitler ganó hasta en las mesas mayoritariamente judías. No hay mejor manera de describir lo que hizo Alemania ese día que con el reciente título de Mario Vargas Llosa en un artículo sobre Chávez, el presidente venezolano: “El suicidio de una nación” fue la contundente rotulación del peruano.
La larga noche que habría de padecer el mundo, comenzaba realmente el 19 de agosto de 1934.
A 65 años de ese comicio, mi pequeño recuerdo y homenaje a los cuatro millones, doscientos ochenta y siete mil ochocientos ocho alemanes (10 %) que, como el personaje de Ionesco en Rinocerontes, dijeron NO.

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