X años nació en el 1999, cuando tomaba una ducha para ir al trabajo en San Pablo. En ese momento escuché por la radio que una encuesta realizada el 6 de agosto en las calles de Hiroshima, había obtenido como resultado que un porcentaje abrumadoramente alto de jóvenes de esa ciudad no sabían que aniversario se recordaba ese día. Esto me golpeó muy duro. Algo debemos hacer para combatir el olvido, la desmemoria, me dije. Y pensé en un ciclo por Internet, que recordara a las personas hechos que a mi criterio no debían ser olvidados. Hitos fundamentales de nuestra historia como especie cuyo extravío en la memoria me resulta, a mí al menos, inadmisible. Por eso el ciclo nació un 6 de agosto y con un poema de Vinicius de Moraes sobre la bomba atómica que explotó en Hiroshima.

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18 de junio – 185 años este día

El emperador ha vuelto. Han pasado aproximadamente cien días desde su huida de la isla del Elba, en el sur de Francia, donde lo habían recluido las monarquías europeas luego de su abdicación. Desembarcó en la costa mediterránea de Francia y desde allí subió a París reconquistando tierra, poder y respeto de sus súbditos en un tiempo increíblemente corto. Cuenta la historia que cuando llegó a las afueras de París se enfrentó personalmente con un soldado de la guardia real que le apuntó al pecho. “Dispara sobre tu emperador”, le dijo mirándolo fijo a los ojos. El hombre bajó el fusil y la guardia toda se puso de su lado asegurando su ingreso a París. Así de magnéticos eran los ojos y la personalidad de Bonaparte.
Ahora es el todo por el todo. Estamos en las colinas belgas de Waterloo, a unos quince kilómetros de Bruselas. En frente a la Grand Armée del emperador, se encuentran los ejércitos de todas las monarquías europeas (británicos, holandeses, belgas, alemanes y prusianos) bajo el mando del Duque de Wellington. Napoleón cuenta con no más de 72 mil hombres frente a algo más de 120 mil del enemigo. Pero sus tropas están bien mejor preparadas y fogueadas en los campos de Italia, en Austerlitz, en tantas victoriosas campañas europeas a las que pocos años antes las llevó el emperador. En comparación, los soldados ingleses son reclutas.
El 18 de junio de 1815, fecha que hoy recordamos, en los campos belgas se jugó el destino de Europa. En realidad, los enemigos de Francia atacaban separados, prusianos por un lado, los demás por otro. Era fundamental para Napoleón enfrentarlos de a uno e impedir que unieran fuerzas, para que la desventaja numérica no terminara decidiendo irremediablemente la contienda en su contra.
El 16 de junio Napoleón había derrotado al ejército prusiano en una batalla secundaria (Ligny), pero sin llegar a eliminarlo como fuerza bélica, por lo que dos días después pudo unirse a Wellington en la batalla principal.
La lucha no fue fácil ni breve. Comenzó al medio día -uno de los escasos errores estratégicos de toda la carrera de Bonaparte, que quiso esperar que el sol secara la tierra, lo que dio tiempo a que Wellington fuera reforzado con tropas prusianas durante esas horas de la mañana- y duró hasta pasada la caída del sol.
La derrota francesa fue total y cuatro días después, Napoleón abdicaba por segunda y definitiva vez. Esta vez sería recluido en la isla de Santa Helena, una remota posesión británica en el medio del Océano Atlántico de la que no existía manera alguna de huir y en la que fallecería seis años más tarde (4 de mayo de 1821). Al día de hoy se discute si su muerte en cautiverio, fue o no por envenenamiento. Napoleón en su lecho de muerte suponía que lo habían envenenado los ingleses, hoy parece más haber sido un envenenamiento no premeditado, debido a las características del agua de la isla, pero conociendo a los ingleses, yo no pongo las manos en el fuego por esta última versión, tampoco.
El testamento que Bonaparte escribió en Santa Helena -tengo una copia- es larguísimo, tiene agregados y agregados a los agregados. Tuvo la intención de no olvidar a nadie y lo consiguió. En él hay una frase que deja bien claro quien era el archienemigo del Emperador: Je lègue l‘opprobre de ma mort à la maison reignante d‘Angleterre.
Al día de hoy se discute también si Waterloo fue el triunfo de las monarquías absolutistas y reaccionarias sobre el hombre que en última instancia representaba la encarnación práctica de los ideales progresistas de la Revolución Francesa, o si fue la derrota de un dictador imperialista que sediento de poder deseaba oprimir toda Europa.
Un mapa de época de la batalla puede verse en:
Y un juego interactivo, súper divertido, donde uno puede hacer alternativamente de Napoleón o de Wellington se encuentra en:

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